lunes, 24 de octubre de 2011

Desde la terraza se pueden observar hermosos atardeceres que invitan al descanso,después de una jornada extenuante donde se ha intentando por enésima oportunidad darle oportunidades a los estudiantes para que puedan asumir con algo mas de claridad sus propios rumbos. El sol del poniente, ese ocaso que nos arrulla, es el merecido premio a una labor que a veces parece ser que no prospera, que no  lograr germinar sus semillas.

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